Hubo un tiempo en el que la belleza de aquella escultura fue lo que llamó mi atención. He de confesar que no llegué a ver nada más.
Era un sueño de mármol. Irreal, pero a disposición de los ojos y la imaginación.
Ocurrió que un día, aquel mármol helado cobró vida, y llegué a ver una expresión en sus ojos. Unos ojos que ansiaban descubrir. Vi una mirada en la que adiviné una vida mas allá de aquel museo, y de una forma torpe, fui dando pasos para saber más.
Finalmente, descubrí que era un buscador. Un ser con ansias de conocer. Y como el que descubre algo importante, y lo valora en su justa medida; dejé que siguiera su camino.
Ahora se donde ir a verla. Ahora ya no es aquella escultura fría que admiraba en aquel principio. Ahora he de buscarla en mi imaginación.